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Héroe anónimo

  • Foto del escritor: Gerson
    Gerson
  • 1 may 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 may 2018


Él es Martín


Nace un jovenazo en 1996, como en cualquier otro lugar y en cualquier época. Pero éste nace en Guatemala, dentro de una familia numerosa y alegre, feliz y dedicada al trabajo y al estudio, aunque no con todos los recursos del mundo; el joven se llamaba Martín, que no era del montón.


Vivió una niñez moderna, pues era de la "generación z". Videojuegos, música, amigos y colegio era su día a día. Su videojuego favorito era sobre un héroe que viajaba en el tiempo para salvar el futuro, tenía una espada y un hada que lo guiaba. Con el paso del tiempo, esa vida tan tranquila, iría tomando peso y madurando.


Martín comenzó una carrera técnica, estudiando el arte de la programación. Allí vio su pasión, y seguramente, su futuro. Siempre fue un alumno brillante, pero holgazán. Tenía la cabeza repleta de brillantes ideas, el típico joven con potencial que solo hacía falta apoyarle.


Comenzó, en quinto curso, una pequeña empresa de desarrollo web con un par de compañeros. No le iba como esperaba, porque le hacía falta mucha experiencia profesional, y ni hablar de la personal y humana. Además, aún no se veía envuelto en proyectos demasiado grandes.


La primera empresa llegó a la quiebra, con muchas deudas y clientes molestos. De alguna manera este fracaso lo llevó a la locura, a la reflexión y posteriormente a la madurez. Por ello, fundó una segunda empresa, esta con más expectativa, más ideas y, sobre todo, más profesionalidad. Antes de seguir, regresemos un poco al pasado, al fin de la primera empresa.


Trabajó como encargado de proyectos en una empresa de un viejo amigo, que de amigo tenía poco. Tenía un salario que para nada era justo y horas intensas de trabajo, sin mencionar que Martín no había terminado la carrera (diversificado, bachillerato o la ESO para los españoles). Esto es algo común en los jóvenes guatemaltecos.


Como decíamos, Martín, estaba lleno de ideas que aportarían al desarrollo tecnológico, pero aquel jefe, de cuyo nombre no quiero acordarme, lo reprimía y penalizaba severamente, hasta el punto de cargarlo con más y dificultosos proyectos y pagarle mucho menos. Realmente era cruel.


Un día lo despidió. No le dio el tiempo acordado, ni siquiera le pagó. Lo amenazó de -supuestamente- robarse ideas y documentos internos. Lo llevó a tribunales por cargos legales -que no eran legales- e impuso una gran deuda. Eso era demasiado para el joven e inexperto, Martín, que tenía el ideal de fundar una segunda empresa.


Ahora sí, vamos a la parte donde funda la segunda. Tras esta gran experiencia, aprendió cómo debería comportarse un verdadero líder, y reclutó a dos viejos y grandes amigos suyos: Javier y Chamu (que se llamaba Daniel). Ellos le brindaron apoyo moral, sin mencionar que ahora, la carga era soportada por tres hombros.


Sin embargo, Martín pasó un tiempo bajo gran presión. No había acabado la carrera, y esto le hizo bajar aún más su rendimiento académico, hasta el punto de reprobar cuarto curso. Nadie creía en él (al menos eso pensaba). Se sentía solo. Había pocas cosas que le hacían olvidar sus problemas; ¿recuerdas aquel videojuego del héroe del tiempo? Es increíble cómo la relación de esta idea con la realidad se le hacían tan comunes. Esto fue algo que le ayudó a pensar y ver hacia el futuro.


Lo curioso es que era un tipo increíblemente brillante. Un toque de humildad le hacía falta; darse cuenta de que necesitaba ayuda de los demás, y, sobre todo, de su Creador. La reflexión le guió al éxito, por lo menos en ese momento, a saldar las deudas pendientes y resolver sus conflictos personales.


Logró tomar rienda y poner empeño y amor por lo que hacía. Su mayor propósito y meta era graduarse. Fue uno de los mejores programadores del colegio. Creía -insisto- que nadie le apoyaba ni creía en él. Se graduó con honores, no por sus excelentes notas, sino por su carácter y valentía que nunca desaparecieron.


Su segunda empresa no va produciendo a mil por hora, pero sí trabajan en desarrollar y avanzar un 1% día a día, con la ilusión de que nunca llegue el 100%. Ese es uno de sus lemas. Seguro que será una de las más grandes empresas de desarrollo a nivel centroamericano, la historia a penas comienza.


Esta historia está basada en personas y hechos reales.

Las imágenes no son de mi propiedad.

 
 
 

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© 2018 por Gerson Fuentes. Creado con Wix.com

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